Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones. Hacer justicia y juicio es a Jehová Más agradable que sacrificio. Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado. Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. Amontonar tesoros con lengua mentirosa Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte. La rapiña de los impíos los destruirá, Por cuanto no quisieron hacer juicio. El camino del hombre perverso es torcido y extraño; Mas los hechos del limpio son rectos. Mejor es vivir en un rincón del terrado Que con mujer rencillosa en casa espaciosa. El alma del impío desea el mal; Su prójimo no halla favor en sus ojos. Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia. Considera el justo la casa del impío, Cómo los impíos son trastornados por el mal. El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído. La dádiva en secreto calma el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira. Alegría es para el justo el hacer juicio; Mas destrucción a los que hacen iniquidad. El hombre que se aparta del camino de la sabiduría Vendrá a parar en la compañía de los muertos. Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.
Oración diaria para el 4 de febrero —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Juan 14:6 Señor nuestro Dios, ayúdanos a quienes hemos escuchado las buenas nuevas en el nombre de Jesucristo. Ayúdanos a llegar con todo nuestro corazón al Salvador, quien nos dirige a tu encuentro. Escucha nuestras súplicas y permite que la luz de tu rostro resplandezca sobre el mundo. Haz que la nueva era llegue pronto. Envía tu salvación al mundo para gloria de tu nombre, para que la verdad que hemos aprendido de ti se convierta en realidad en nuestros corazones, y toda nuestra vida pueda ser genuina, arraigada en la verdad, guiándonos al cielo, para la honra de tu nombre. Escúchanos, oh Señor nuestro Dios. Encomendamos ante ti nuestras personas y nuestra vida diaria. Queremos ser fieles. Ayúdanos a ser tus hijos, conscientes en todo momento que te pertenecemos. Amén.
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